El silencio oculto.

No he llorado todavía, ¿por qué?

El duelo llegó tarde.

En su lugar, puse música, bailé, hice el amor, gemí fuerte, sentí inseguridad, vergüenza, mentí, me mentí, y no me perdoné. ¿Realmente me fallé a mí misma? Se siente bien fallarse día tras día y aun así seguir creyendo en uno mismo.

Pero… ¿qué es esta sensación de paz que siento? ¿Es verdadera paz?

Nunca la había sentido tan pura y libre. El perfil de la montaña que veo cada mañana es tan irregular como la vida misma. Esas nubes que me abrazan y me preguntan «¿cómo amaneciste hoy?» También me acompañan otros animales como grillos, cucarrones, Arena… Todos habitamos este hogar y la casa ya no se siente tan sola. Pero siempre me he sentido sola, así que no sería algo nuevo el sentirlo hoy, pues ya no habitan dos personas.

Este escrito no encuentra poesía ni teoría en sus palabras, son solo un par de emociones desesperadas que se encuentran y chocan, dejando solo nubes negras sobre mí.

El silencio me encontró y yo lo encontré a él. Fue la gota que derramó el vaso, tal vez por eso no lo suelto. Estuvo en el momento para que mandara todo a la mierda, y está bien sentirse una mierda, volverse una mierda, y comer mierda. Justo eso fue lo que él hizo conmigo.

En el silencio, entre él y yo se gestaba un universo de no idealización, en el que nuestros ideales se desvanecen, cediendo su lugar al temor. Como si nuestra pasión por el arte nos uniera en una alianza, un hilo invisible que jurábamos indestructible, aunque en realidad no lo fuera. Nuestras conversaciones, tan profundas y sin embargo tan esquivas, danzaban en torno a temas superficiales, sumergiéndose en aguas que solo aparentaban ser tranquilas. Anhelaba sumergirme en la profundidad de su ser, en un aura tan oscura, tan quebrantada, tan frágil, tan etérea, tan amarga, tan dolorosa. Me hacía creer que él se encontraba distante del mundo, de la vida, del amor. Yo, por otro lado, le hacía creer que estaba perdidamente enamorada de él. Así, vivíamos sumergidos en una nebulosa de incertidumbre, preguntándonos qué ocurriría si osábamos dar el paso al vacío. Sin embargo, dudaba que alguien a quien conocía tan poco estuviera dispuesto a apostar por mí. Si estuviera en su lugar, seguramente también huiría de una locura que ofrecía amor de manera tan gratuita. ¿A cambio de qué? ¿De recibir amor? ¿Pero, qué hay del amor propio? Cuestionándome sin cesar, intentaba comprender en qué momento de mi infancia se dañó y desgarró toda mi autoestima.

Todo el tiempo me pregunto si realmente me quiero lo suficiente, como para estar dando todo mi amor a ciegas, y qué es lo que realmente me llena al amar a otra persona, tan vacío y lleno de mierda como yo.

Todavía me pregunto si realmente amo a la persona a la que le digo «te amo», o si solo lo digo para que la otra persona me lo diga a mí, y así sentirme amada y empezar a llenar el vacío.

Amarse nunca fue tan complicado y divertido.

«Solo soy un cuerpo con abundante carne que flota, suspendida… dando amor y esperando amor«
El silencio oculto

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